MONCAYO

El club SAIOA de Corella, nos invita a su ascensión invernal al Moncayo. Esta cumbre ya la conocemos, es una antigua amiga. Hemos hecho perrerías en sus laderas y sus rocas. Conocemos su viento, de castilla le llaman, el cual te tumba al suelo, antes de que te des cuenta. Mas no importa, despues de las últimas excursiones lluviosas, miramos el tiempo, y parece que biene bueno.¿ Quizas por que Ana no viene?
25 humanos y una perra...de 4 patas, encaramos con decisión la suave subida por el bosque, hasta la entrada del cucharón. Optamos por la subida normal, ya que hay poca experiencia con crampones en el grupo, y el cucharón, es casi una pedrera. En un momento, de repente, se desata el viento, y comenzamos a temer lo peor,  el dia sigue despejado, pero a la sombra hace frio. A alguno, la cuesta se le hizo eterna, larga desesperante, a alguien más, le pareció corta, y se le pasó en un suspiro. Incluso, alguien llegó a ver a un hobbit...
Al salir a la loma cimera, el paisaje nos encandila, con esa magia que tienen las cumbres aisladas. Casi infinitas son las vistas hacia el norte, y un mar de nubes, nos baña la vista hacia el sur. El sol, no llega a calentar, pero el viento, ha desaparecido.
El almuerzo, sabe mejor que otras veces, en camaraderia con los nuevos amigos, y con los viejos. Las tortillas, los chorizos, el isostar crianza...las almendras, el turrón, todo vale para reponer fuerzas.
¡¡¡ AL LORO con la de cuatro patas !!! , te deja sin bocadillo si te descuidas...

Cuando el tiempo, despues de la tregua, se comienza a poner moncayoso, iniciamos el descenso. Sin prisa pero sin pausa, con cuidado en las placas de hielo, con cuidado con las piedras, vamos dejando atras esta cima, que algunos no habian disfrutado nunca. Sabemos que volveremos, otro año, otro día, a disfrutar de otra cima, sea alta, o sea pequeña, donde la gloria personal, no cuenta, lo que cuenta es con quien lo hemos vivido. 
Javier Ibañez



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