Cresta Culivillas-Anayet







Una llamada y 200 kilómetros después, nos encontramos viejos amigos en el parking de Anayet de Formigal. Todavía no ha venido nadie a esquiar...el madrugón es importante, pero vamos a necesitar todas las horas de luz que el día nos pueda dar.Vemos amanecer, las nubes se encienden, el día es claro y hay un buen paquete de nieve que por fin ha asentado...no podemos pedir más.


 Entre risas, empezamos a andar. Vamos avanzando y van pasando las horas. La nieve perfecta. Fuertes pendientes castigan las piernas hasta que salimos a la cresta...y por fin nos da el sol. Abriendo huella, estos valles todavía nos dejan el placer de vivir un poco de aventura por terrenos donde pocos se meten. Y así, disfrutando como pocas veces, nos vemos subiendo y bajando sin parar, saludando cimas, gozando con las vistas y sufriendo de vez en cuando, donde la nieve se pone caprichosa... 6 horas después, alcanzamos el objetivo y, aunque el día es corto, nos permitimos el lujo de estar un buen rato en su cima, protegidos del viento frio del invierno, nos lo hemos ganado. Con las piernas cargadas de kilómetros y el corazón que nos pide que nos quedemos más tiempo, no tenemos más remedio que emprender la vuelta a la civilización...con lo bien que se está aquí...
Llegamos con las últimas luces al coche y vemos anochecer. Mientras nos cambiamos, los picos y las nubes altas se vuelven a encender para despedirnos...esto se merece una cerveza.



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